arranca, vuela, suelo.
Siembro sombras que, por regar, ahogo,
anclada al reflejo de la luz de unas tinieblas,
que saben a poco,
y engulles mucho
mientras imploran existencia.
Qué fácil es que no lo sea,
en tu simpleza,
en mi quimera,
se me atragantan las alas;
vértigo de caderas.
Océano de batallas perdidas,
agotadas marejadas,
leve balanceo
de un sufragio que no acaba.
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