y otros que pesan.
Nos vamos dando cuenta
-como si fuera lo único que nos podemos dar-
que es el mismo
puñado de variables
el que una y otra vez
nos hace llorar.
Digamos que no son las cosas
sino más bien la ausencia de ellas
lo que crea fosas que se inundan
incapaces de tragar tanta guerra.
Y yo,
mediocre funambulista
atajo el vértigo de golpe
y me olvido del daño que hace la caída
acariciando mi desorden.
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