Desde nuestra perspectiva
opaca y de objetivos,
la vida
se resume en
primeros y últimos días.
El durante
parece limitarse
a un mientras tanto
en el que
ojalá
te aferres a buenos hombros
y te c
u s
r e
v
todo lo que puedas
sin romperte.
Y a zancadas o a sorbitos,
bajo el imperativo de
ser feliz
buscamos seguir a flote
y no dejar de nadar.
Que uno puede ahogarse
sin dejar de respirar
y el cielo acuarela
nos lloverá encima
rasgado
por todos aquellos que soñaron con, y vuelan.
Por primera o por última, pidamos la vez.
Entre el revuelo, tápate la cara.
Si ríes, si estornudas, si bostezas, si lloras.
Es una orden,
y todo esto un caos.
Será porque confundimos
el volver a conocer
frente a la superficialidad del
reconocer
y no desenvainamos el miedo, por si corta.
Pero, oye, reímos para coger impulso
con ese balanceo que invita a bailar pisándonos los pies
acariciando derrotas
como arena escurridiza entre los dedos
dejando ir
para llegar.
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