Hay quien enseña los dientes
y dice que sonríe.
Hay quien se clava
añicos en los ojos
y así, la fragilidad
ya no asusta.
Hay quien va de suicida
esperando reconocimiento,
como el que
pide unos ojos
y cierra un deseo.
Como mentir
a la hora de la verdad
-que también tiene husos horarios-
y volver al impersonal
que hay, porque están.
Que tan invencible,
tan rascacielos,
y emborronando azul clarito,
esperando consuelo.
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