martes, 8 de diciembre de 2015

Hasta luego, gigante.

El eco de tu risa retumba en mis flaquezas,
ahora que mis primos pequeños me han alcanzado, y son mayores que yo
ahora cuando tus pájaros siguen cantando
y tu hijo te toma el relevo con las fotitos en el salón.

Ahora me falta tu humor,
tus nueces garrapiñadas
y que me digas que si quiero un chuletón;
menos mal que has dejado decenas de plantas de aloe 
y el mayor surtido de caramelos para la garganta en un rincón.

Ahora
este Leo peleón
sigue echando sal a todo mientras se pone el bañador
y es que si la vida es ir sorteando ausencias
no existe realmente aquí ningún adiós.

Yo me pido tu fuerza, tu talante, tu actitud
el agua bien fría, 
y la carcajada siempre alerta
del que puso siempre peldañitos a las cuestas
y a luchar pa lante, con ímpetu.

Y es que te vas, pero te quedas
en un nosotros tan lleno de ti
que impide que te apagues del todo
y que hace que siempre seas,
sin fin.






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