sábado, 28 de noviembre de 2015

Llamar libertad a elegir quién nos la quita.


Llamamos libertad a elegir quién nos la quita,
y nos dicen, nos advierten
ten cuidado;
ten cuidado
como si fuéramos capaces de almacenar precaución
ignorando que al principio
nos tiramos de cabeza y no había agua
y sin embargo, nos ahogamos.

La vida mojándonos las muñecas
y nos resbalamos.

Fuera sutilezas,
que caer flotando carece de fondo,
que todo cae por su propio peso
y en el vacío
hay quien justifica silencios para pedir perdón por sus palabras.

Y es lo que pasa cuando hablas de que te gusta el frío
mientras buscas entrar en calor
y se me congelan las entrañas.

Joder, he vuelto a confundir barniz con brillo
y no sé cómo explicar que tengo la cabeza llena de ruido
y me estoy quedando sorda.
y que quizá yo también pueda
cerrar los ojos e imaginar colores
pero está oscuro
y el consuelo se hace casi techo
como las ojeras al tacto de las pestañas
y ya no sé lo que digo
y gritan y gritan, y se desgañitan mis migrañas.

Me basta con lo que acaba en arte,
y a rescatar la belleza del desastre.







¿Ves?
arte.

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