Que no nos escandalice plegarnos,
que no nos dejemos rompernos,
que cuando la noche apriete seamos irreversibles:
caras con tantas cruces
como semáforos rojos en hora punta
y que nos pite la prisa
en un tiempo sin frío
y congelados.
Que no queramos ni oír lo que nunca hemos dicho,
que dejemos de ponernos a tiro
que no sepamos a dónde, pero sí porqué
que sea callarse un juicio de valor
y que no dudemos en pedir refuerzos a soledades
hoy
que no hay nada seguro salvo la necesidad.
Nos obligaremos a mirar al frente
como si así pudiéramos saber a dónde vamos,
pero es que las cosas son como somos
y a estas alturas el puedo suena a miedo
y no sé cuanto más tengo que perder para encontrarme.
Que no se nos olvide que hablar de distancia y no de cercanía
también es ver el vaso medio vacío,
que todo lo que podemos perder es porque lo tenemos,
y la razón no queda extenta,
pero pisotearse unos a otros, no da suerte;
que no somos mierda.
Reconocernos tan infranqueables como bichos bola,
a sabiendas de que los extremos siempre se caen,
y que sálvese quien quiera
que tampoco te creas
y seas.
mucho.
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