Juré no volver a caer en esto, pero juramentos en vano solo dejan corazones vacíos, gritos ahogados.
Se acercaba despacio, sin hacer apenas ruido hasta, de pronto, convertirse de nuevo en ese embriagador aroma que asfixiaba.
No me voy a lamentar de lo que ocurra, de lo pasado o de eso que por más que el empeño aprieta sigue sin conseguir. Es evidente que la codicia nos atrapó y las sonrisas comenzaron a pesar, a producir chirridos, un constante no a todo aquello que no decía más que sí.
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