lunes, 9 de octubre de 2017


Tengo la garganta escarchada
y me palpita el corazón en la cabeza
como si se tratara de latigazos de fuego
en un invierno que no acaba.

Nadie tiene ni la menor idea
y no es que lo esconda, es que no encuentro las palabras
que sirvan para catapultar afuera
todo este dolor que me taladra.

Creí que dejar de escribir terminaría con los remolinos
pero me sigo mareando atrincherada a una sonrisa
que cuando llego a casa se resbala
y el ruido del golpe es absorbido
siempre por la misma ventana.

Me gustaría poder elegir a qué permito bajar al pozo
tener más cuidado
impedir que me lo pongan todo perdido de agua,
ser superficie compacta.

Sin embargo
la profundidad me encandila
me absorbe
me atrapa
y con voz melosa se adueña de algunos días
en los que nada cuadra.


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