domingo, 17 de marzo de 2019


no había tiempo y apenas éramos conscientes
de las características del espacio,
el sol acunaba la piel
y acariciaba los párpados.

como un río de caudal imaginario
podía sentir la corriente de tus peces de colores
centrifugando en torno a mi acuario.

no había tiempo y poco importaba el espacio,
el cristal fue a romperse
en aquella aproximación eléctrica
en la que el roce se hizo a las manos tacto.

ni tiempo, ni espacio
un extraño paréntesis que empujaba
-a ritmo del indie más pausado-
las paredes de nuestros calendarios prediseñados

y ahora, que ya ha llegado de lleno marzo,
ahora que te mimetizas entre la canción y el paisaje
de cada uno de mis días raros,
ahora
soy como un perro que, ansioso
busca el rastro
de aquel olor de mar en calma
en lo más hondo de cada abrazo.







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